El pasado miércoles 8 de Marzo la Comunidad de Madrid anunció una inversión de varios millones de euros destinados a trabajar la conciliación laboral y familiar. Se puede leer lo siguiente en la página web de la CAM:
“La Consejería de Economía, Hacienda y Empleo destinará así 5 millones para fomentar la responsabilidad social y la conciliación laboral este año. La medida va dirigida a trabajadores autónomos y pymes que desarrollen su actividad en la región.
(…)
Las ayudas también son para la conciliación de la vida laboral, familiar y personal mediante el fomento del teletrabajo, flexibilidad horaria y adquisición de equipos electrónicos necesarios. Así, se subvencionará con 2.500 euros la contratación de nuevo personal en la modalidad de teletrabajo o formalizar un acuerdo de flexibilidad horaria o teletrabajo. A su vez se financiará también el 75% del coste de los equipos -con un máximo de 2.500 euros- que se adquieran para trabajar desde casa.”
Y, como todas las ayudas, suena de maravilla, pero aquí nosotros vemos un pequeño fallo y es que las ayudas van dirigidas a las empresas, el dinero y el apoyo, pero ¿qué pasa con la gente que realmente necesita conciliación?
Si un padre o madre, divorciados, solteros o simplemente monoparentales por elección, no tienen con quién dejar a su hijo que se pone malo una semana sí, una no (porque así son los niños), que no viven en su ciudad de origen y no tienen familia cerca, y además, son autónomos, ¿cómo se concilia con ellos? ¿Concilia el casero cuando le tienes que pagar el alquiler pero no has podido trabajar al menos 10 días al mes y no te llega el dinero? ¿Conciliar es dedicar parte de tu sueldo a pagar una persona que se encargue de tu hijo? ¿Conciliar es sí tener a los abuelos cerca y que se encarguen ellos? ¿Conciliar es que 1 de cada 2 mujeres reduzca su jornada laboral al ser madre? ¿Conciliar es tener que renunciar a tu vida profesional?
En términos reales, conciliar hoy en día es sobrevivir (algunos dirían “malvivir”), así que algo debemos estar haciendo mal. A pesar de los números y de la publicidad, conciliar le sale gratis al estado, a las empresas, a los gobiernos y a toda la sociedad, pero sí existe un coste económico, profesional y más importante, de salud mental.