A veces tengo la sensación que nos estamos enfrentando a muchos cambios a la vez, forzados o por elección, pero realidad al fin y al cabo.
Se está oyendo hablar como ya van instaurando la jornada de 4 días a la semana, la cantidad X de máquinas que nos están sustituyendo o la obtención de nuevos beneficios sociales. Eso pasa en el resto del mundo, en España para algunas cosas, todavía vamos con delay.
No insinúo que no seamos capaces, afirmo que la tradición de nuestra costumbres nos mantiene muy (sí, muchas veces de más) arraigados a lo que conocemos, a lo que hemos hecho “toda la vida”. Se nos olvida fácil que las cosas no siempre fueron como las conocemos hoy, que hubo gente que luchó y lograron beneficios y derechos de los que hoy en día disfrutamos; pero también se nos olvida que todo ese proceso tomó su tiempo.
Esta semana leí un artículo que hablaba sobre el trabajo por objetivos y reflexionaba sobre todo con la idea de si, en España, ya estamos preparados para ello o no. ¿Lo estamos? ¿Están los trabajadores preparados para ser autónomos con su trabajo?
Establecer el trabajo por objetivos supone asumir que los empleados que puedan, porque claro, no todo el mundo puede trabajar por objetivos, pero aquellos que sí, están dispuestos a convertirse en personas que desarrollan su actividad sin un horario, sin supervisión y en un ambiente de confianza total.
Suena idílico, adulto, responsable y perfecto. ¿Lo es?
Tenemos en las venas quejarnos de los horarios, de nuestros jefes, de los demás compañeros… ¿de verdad podemos dejar eso atrás para convertirnos en trabajadores productivos y felices? Otra cosa no, pero la tradición en España, a veces no sale ni con agua caliente.
